*Nos vemos en el CIELO* La suave llovizna que libremente se deslizaba en mis mejillas me alentaba a continuar con mi agenda de alcanzar algún alma para CRISTO. Un alma, una vida que estuviera lista y preparada para recibir una semilla de AMOR de parte de Jesús. Y bueno, una vez me encuentro en el portón de una casa sale al balcón una viejita con una de esas sonrisas de puertas abiertas. La armoniosa melodía cuando me habló me hizo olvidar que la lluvia apretaba y que si no entraba pronto me tendrían que secar con toalla. - ¿Pá donde vaz mijo? me dijo aún sonriendo. La suave llovizna, la sonrisa amplia y armoniosa de aquella singular abuela pintó un arcoiris de esperanza en mi corazón con palpito de adolescente. Yo se que me entiendes... Y, es que este trabajo en verdad me queda demasiado grande. En el he visto muchos rostros, demasiados, diría yo... Rostros tristes, amargos y de vez en cuando rostros que inspiran, vidas que solo JESUCRISTO puede formar. Han pasado tantos otoños desde que por vez primera conversé con Dona Lidia. Hoy después de cinco años consecutivos visitando su comunidad una vecina me comentó que mi amada anciana había partido con el Señor. Brevemente mi corazón se detuvo ante la amarga noticia... Entonces como milagro del cielo recordé nuestras conversaciones en aquel mismo balcón hoy huérfano hasta de sillas. Frente a su portón anhelé volver a verle. La suave llovizna que humedece mis mejillas se entremezclan con mis tímidas lagrimas. Su sonrisa amplia de puertas abiertas aun queda en mi mente como grato recuerdo de haber conocido por la gracia de Dios a mujer tan especial. - ¿Pá donde vaz mijo? Aún recuerdo con nostalgia. Nos vemos en el cielo hermana del amado Barrio Aguilita, Juana Diaz, Puerto Rico. Serafín Alarcón Carrasquillo

*Nos vemos en el CIELO*

La suave llovizna que libremente se deslizaba en mis mejillas me alentaba a continuar con mi agenda de alcanzar algún alma para CRISTO. Un alma, una vida que estuviera lista y preparada para recibir una semilla de AMOR de parte de Jesús.

Y bueno, una vez me encuentro en el portón de una casa sale al balcón una viejita con una de esas sonrisas de puertas abiertas. La armoniosa melodía cuando me habló me hizo olvidar que la lluvia apretaba y que si no entraba pronto me tendrían que secar con toalla.

- ¿Pá donde vaz mijo? me dijo aún sonriendo.

La suave llovizna, la sonrisa amplia y armoniosa de aquella singular abuela pintó un arcoiris de esperanza en mi corazón con palpito de adolescente. Yo se que me entiendes... Y, es que este trabajo en verdad me queda demasiado grande. En el he visto muchos rostros, demasiados, diría yo...

Rostros tristes, amargos y de vez en cuando rostros que inspiran, vidas que solo JESUCRISTO puede formar. Han pasado tantos otoños desde que por vez primera conversé con Dona Lidia. Hoy después de cinco años consecutivos visitando su comunidad una vecina me comentó que mi amada anciana había partido con el Señor. Brevemente mi corazón se detuvo ante la amarga noticia... Entonces como milagro del cielo recordé nuestras conversaciones en aquel mismo balcón hoy huérfano hasta de sillas. Frente a su portón anhelé volver a verle.

La suave llovizna que humedece mis mejillas se entremezclan con mis tímidas lagrimas. Su sonrisa amplia de puertas abiertas aun queda en mi mente como grato recuerdo de haber conocido por la gracia de Dios a mujer tan especial.

- ¿Pá donde vaz mijo? Aún recuerdo con nostalgia.

Nos vemos en el cielo hermana del amado Barrio Aguilita, Juana Diaz, Puerto Rico.

Serafín Alarcón Carrasquillo

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