¿Para qué sufrir?
¿Para qué sufrir?
¿Tenemos claro que Jesucristo es ese refugio en las horas difíciles?
¿Sabemos que Él es esa agua para saciar nuestra profunda sed espiritual?
Hoy te invito a que con fe leas nuevamente el Salmo 23. Sí, ese Salmo que tantas veces lo hemos leído, ese que tantos nos lo han recitado. Hoy has algo distinto, abre tu alma y sumérgete en el con tu corazón en la mano. Sin duda es día para no temer, hoy es seguro el día para CONFIAR que Dios en verdad nos guía seguros por sendas de justicia y PAZ.
Salmos 23 - El Señor es mi pastor, nada me faltará. En lugares de verdes pastos me hace descansar; junto a aguas de reposo me conduce. Él restaura mi alma; me guía por senderos de justicia por amor de su nombre. Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento. Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos; has ungido mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente, el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor moraré por largos días.
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